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30 junio 2003

CUBA 2003 june

Todo salió perfecto, bueno casi todo.
Eso sí, paramos a un montón de gente por las carreteras, lo que resultó ser una experiencia fascinante y nos sirvió para comprobar que hay gente dentro de Cuba que se parece lo mismo que un catalán a un gallego, o un andaluz a un vasco.

En total hicimos en los dos coches que alquilamos unos 2.000 Km. (como me gusta conducir, no se me hizo pesado en ningún momento, salvo el trayecto Cayo Saetia-Holguin, lloviendo a tope) y paramos más de 20 veces a gente a dedo ("haciendo botella"), prácticamente sin parar, uno tras otro, lo que nos permitió conocer mucha gente. Todo controlado y muy seguro: fundamentalmente mujeres con hijos y gente joven. Muy buen rollo, ciertamente daba cosa verles en las carreteras esperando horas a que alguien les pare. Apenas hay tráfico.

Hemos visto poquísimo turismo por todos los sitios. No hemos sufrido el "acoso" al turista ni siquiera en La Habana. Las cosas han debido de cambiar mucho. Ni se nos acercaban. Pero todos los regalos que llevamos teníamos que darlos a escondidas.
Mucha policía, de uniforme y de paisano (más).


Llegamos a Santiago en un vuelo perfecto.
El avión actual de Cubana de Aviación era muy moderno. Desde allí fuimos en coche a visitar la Basílica del Cobre, La Gran Piedra (subimos hasta arriba), donde comimos (carretera muy mala), y visitamos la Playa Siboney y el Valle de la Prehistoria (precioso). Por la tarde, y tras un baño en la piscina del Hotel, con la ayuda de un improvisado guía, fuimos al Castillo del Morro y nos dieron las tantas en la Casa de la Trova, en un magnifico ambiente.
El Parque Céspedes muy animado. Cenamos en casa de un amigo de nuestro guía. Santiago nos encantó. Acabamos baldados. El Hotel, francamente bien.




Al día siguiente cogimos el coche y partimos rumbo a Playa Esmeralda. Al final fuimos por una carretera que nos recomendaron que NO cogiésemos y acertamos de pleno (menos mal). La carretera estaba fenomenal y dimos muchísimo menos vuelta que yendo por Báyamo. Así nos lo recomendaron en el Hotel de Santiago.



El Hotel Sol Rio Mares estuvo excelente. La segunda mejor playa de Cuba. Nos dieron un paseo en catamarán solo para los tres. Vimos la playa de Don Lino (no nos gustó) y la de Guardalavaca (bonita), donde una noche nos dieron también las tantas viendo un espectaculo afro-cubano... sin parar de beber ron (como todos los días). Visitamos el delfinario de Bahia Naranjo. Muy recomendable. Tras dos días, nos fuimos a Cayo Saetia, por la carretera de Banes y fue un poco decepción. No hacia muy buen tiempo, plagado de mosquitos, y el trayecto fue demasiado largo, con algun tramo jodido). 

El hotel de la playa El Cristo estaba cerrado y comimos en un hotel desierto a unos 6 km. en medio de la nada. Pasamos el día y nos fuimos ya para Holguín (a la altura de Cueto estuvo como 1 hora diluviando y no paramos en ningún momento para que no se nos hiciera de noche. 

Nos acordábamos del estribillo de la famosa canción de Compay Segundo: "De Alto Cedro voy para Marcané, llego a Cueto, voy para Mayarí..."

Una aventura arriesgada en algún momento que me obligó a meter la tracción 4x4 en algunos tramos especialmente peligrosos. Holguin no nos gustó mucho, un poco triste, la gente también, nada que ver con el caracter del resto de la Isla. El hotel El Bosque bastante flojo, pero sirvió para descansar unas horas para el madrugón de las 5,30 h. del dia siguiente.



El vuelo Holguin-La Habana de las 8 h. se canceló sin previo aviso (y alli estabamos 6 turistas colgados). Salió 6 horas mas tarde y fue un mosqueo. Estuvimos entretenidos con unos 10 "mozos" de maletas con los que estuvimos hablando de todo hasta que despegamos. Nos tenían en palmitas y la espera se hizo muy amena.












El Hotel Deuville estaba muy bien situado. Las vistas de La Habana desde el piso 12, impactantes. La Habana estaba llena de policias (uniforme y civiles) y muy pocos cubanos se nos acercaban por la calle. 
Fuimos al Bar Bilbao y allí hicimos muy buenas amistades en una peluquería-barbería que había en un portal. Nos juntamos un montón de gente. A mí me cortó el pelo un cubano, mientras me vertían en la boca un caliente Habana Blanco Añejo 3 años (de 3 usd.) que les compré para acompañar la velada en plena calle y que duró... nada!.



En La Habana hemos conocido a mucha gente, cuatro noches muy intensas, hemos comido en casas de cubanos, callejeado y perdido por todas sus calles, paseos a la noche por el Malecón, paseo en carruaje por La Habana Colonial, fuimos al Hotel Nacional, Coppelia (los helados tan famosos), montamos en Coco-taxis, Barrio Chino,... en fin, una delicia. Apenas vimos jineteras y sí mucha policia.


La excursión a Pinar del Río y Viñales un poco decepcionante, no por los paisajes y lo que vimos (aunque no es para tanto), sino por lo largo del viaje y por la sensación de llevarnos como "borregos" a todos los sitios. No me gustan los viajes y excursiones organizadas. 



La isla de Cayo Largo del Sur es muy recomendable. Hicimos la excursión de 1 dia y fue realmente increíble. El avión, un DC-3 de dar miedo subirse. Una playa inolvidable. Un monton de actividades incluidas: baño en una piscina natural, snorkling en el arrecife coralino, visita a Cayo Iguana (lleno de iguanas, impresionante) y estancia en Playa Sirena (la más bonita de Cayo Largo).

Un paraíso, como así lo atestiguan las fotos que hemos tomado. La sensación fue similar a estar en la cima de Cayo Cangrejo (Isla de Providencia, Colombia), contando los siete tonos de azul. Pensaba no volver a ver nunca nada parecido.



El viaje de La Habana a Guamá, perfecto (en un modelo de coche mejor... con radiocasete!!). La Laguna del Tesoro muy bonita. Lo de la Aldea Taína demasiado preparado para guiris. Comimos carne de cocodrilo (muy insípida) y vimos el criadero: estuvo bien, lo típico, la foto con el bicho vivo como bufanda... 




Playa Larga. El hotel rematadamente malo. El libro de huéspedes que tienen en recepción nos dejó los pelos de punta mientras hacíamos el check-in: un montón de quejas. Todas las habitaciones que nos enseñaron tenían problemas hasta que la cuarta ya nos daba verguenza pedir otra, aunque no tuviese tapa en el w.c.. Solo estuvimos una noche porque dormimos fatal (demasiado calor, el aire acondicionado metía demasiado ruido y las hormigas y bichos entraban a las camas). El servicio malo. Les dijimos que nos ibamos anticipadamente y ni se inmutaron. La playa estaba bien. Visitamos el Museo de Playa Girón (muy bien) y Caleta Buena. Nos fuimos por tanto un dia antes y llegamos a Cienfuegos por una carretera tan mala tan mala que no dábamos crédito.

En Cienfuegos, tras buscar casas de cubanos para dormir y ver algunas (oficiales), dada la hora que era y que llovía, no nos quedó más remedio que pagar 100 dolares en un hotel espectacular en plan colonial (La Unión) que resultó ser un lujo asiático y posiblemente el mejor hotel que visitamos. Dormimos de cine y lo necesitábamos. Fue el único pago que hice con Visa. La ciudad nos encantó. La gente maravillosa y un ambiente, por ejemplo, nada que ver con Holguin. Entramos al Teatro Tomas Terry de 1860, increíble.


En dirección ya para el Valle de Yaguanabo (un paisaje precioso), llegamos al Hotel: nos pareció bonito hasta que vimos la habitación y comprobamos el servicio (tedioso y muy poco profesional) que daban en el restaurante. Sin comentarios. La playa junto al hotel tenía la desembocadura de un río, lo que hacía que el agua estuviese verdosa y no daba muy buen rollo. Cuando ves playas de cubanos ves el poco respeto al medioambiente que hay en la isla o cuando menos poca sensibilidad. La mayor parte de ellas están bastante sucias, y lo peor de todo es que no se ve que las limpien.

Trinidad, que resultó más impactante de lo que esperábamos. Una pasada, con muy buen ambiente por la noche, La Casa de la Trova, la Casa de la Música, el Palenque de los Congos Reales. La gente, encantadora y mucha amistad desinteresada. Fuimos dos dias a Trinidad por la tarde. Vimos el Valle de los Ingenios, con su Mirador y subimos a la Torre Macana Iznaga (vaya vistas!), allí bebimos jugo de caña con ron (hecho con una maquina super-antigua, que por sorpresa lo sacaba totalmente frío...). 

Otro día fuimos a Playa Ancon, preciosa, con dos hoteles en la playa y donde nos dimos cuenta que hubiese sido preferible alojarnos en vez de en Yaguanabo (que está lejos de todo), aunque el precio de uno de ellos era de 50 usd. la noche (habitación doble). Hicimos mucha amistad con un cubano que tenia un bar de carretera entre Cienfuegos y Trinidad, donde nos dieron las tantas los dos días que estuvimos en Yaguanabo, comiendo langosta y bebiendo ron. Grandes momentos.








Dado que el Museo del Che estaba cerrado, decidimos no ir a Santa Clara y pasar unas 6 horas en Varadero, lo cual supuso una absoluta decepción. Pero me alegro de haber ido solo por verlo. Después de 2 semanas en Cuba no me explicaba ese tipo de vacaciones en un sitio como Cuba y nos dejó una sensación amarga. Nos colamos en un resort de super-lujo que habia al final de la península, nos pegamos un baño en una playa muy bonita y cuando nos dijeron -al ir a comer en su restaurante de la playa- que no admitían niños les dijimos que estábamos alojados en otro hotel y que teníamos interés en comer allí: nos tuvimos que ir (de buen rollo) y fuimos al Melia Varadero (T.I.), donde comimos, utilizamos la piscina y fuimos a una playa (publica) realmente fea. 

De camino a casa paramos en el Mirador de Bacunayagua y la pena fué que ya habíamos agotado los carretes de fotos. En el puente más alto de Cuba, estaba todo el cielo lleno de tiñosas, unas aves rapaces que llenan todo el cielo cubano. Un espectáculo impresionante con unas vistas únicas.


Llegar de noche al Aeropuerto de La Habana fue una aventura, llegamos muy justos para devolver el coche a las 9 h.. Nos fuimos con mucha pena, no sin antes comprar 8 botellas de ron añejo de diversas marcas y un licor de Guatabita (que curiosamente no encontramos en Viñales).

¿Cosas que hubiera cambiado del viaje?: no hubiera ido a Pinar del Rio en autobús (hubiera ido en mi coche: la carretera estaba muy bien, y haber parado en Soroa,.... No hubiera ido a Cayo Saetia. Lo de Playa Larga solo una noche (no hay más opciones) y otra en Cienfuegos, como así hicimos cambiando de planes. No hubiera dormido en Yaguanabo sino en Playa Ancon, a solo 4 km. de Trinidad. Quizás una noche más en Playa Esmeralda y una noche en Cayo Largo (aunque era muy caro). 

Llevamos dolares cambiados desde hacia tiempo a 140 pesetas/dólar y todo nos resultó muy barato. Langostas a 7 usd., cervezas a 1 usd., gasolina a 0,9 usd (mas barata que en España), ron bueno a 3 usd. Todo el Ron cubano costaba lo mismo en todas las tiendas de la isla, por ejemplo el Habana Anejo 7 años eran 10,5 usd. (unas 1.500 ptas.), la mitad que en España.

Un país maravilloso y muchas vivencias, muchas experiencias y anecdotas. Todo muy intenso y demasiado difícil de describir a quien nos pregunta "qué tal Cuba". Estamos aún digiriendo todo lo vivido. No hemos dejado de hacer nada que quisiéramos por Leire que, con solo 5 años, se ha portado fenomenal (durmió los dos trayectos de avión) y ha aguantado los madrugones y a toda la gente que hemos cogido a dedo en las carreteras que, por cierto, no me han parecido malas como me decían en absoluto, salvo algún tramo concreto. Hay poquísimo tráfico por todo el país y la visibilidad es excelente. Eso sí, en 4x4. Disfruté conduciendo. Francamente llevábamos el viaje muy preparado, no en el sentido de rigidez (porque improvisamos un montón), sino de los sitios que íbamos a visitar y como llegar a ellos, lo cual nos dio mucha seguridad.

La gente nos ha tratado muy bien y han sido siempre muy cariñosos con la niña (extrañados de verla hacer lo mismo que nosotros y del duro régimen del viaje al que le estabamos sometiendo; tambien muy extrañados de que tuviésemos solo un hijo). Cuando llegamos a Cuba, en el Aeropuerto de Santiago un policía, al verme con Leire en brazos, nos coló en el control de pasaportes tras una tediosa hora de espera para evitarnos esperar otra hora más como mínimo en la cola, delante de un montón de gente cansada y desesperada por la tardanza. Un detalle.

En fin, un viaje inolvidable que ha puesto el listón muy alto. No paramos quietos, pero el diseño del viaje permitía descansar en los días de playa que intercalamos.

La política, de la que también hablamos largo y tendido con muchos amigos que vencieron el miedo a hablar o que decían lo que pensaban (a favor y/o en contra), nos ha dado una visión entiendo que bastante exacta de qué está pasando por alli. Evidentemente en Varadero no te enteras de esto.

No sé si volveremos algún día, probablemente sí. Los cubanos te dicen: "cuando vuelvas...", "la próxima vez que vengas...",... como si no costase dinero. Ahora toca escribir a todos nuestros amigos y mandarles las fotos que nos hicimos con ellos, y algunos regalos prometidos.

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